


Nuestro sur, la dirección que seguimos, es el cauce de nuestro río interior. Y sus aguas son guiadas por la colaboración y reciprocidad entre comunidades, entendidas estas como ensamblajes de especies —donde el humano es una entre miles más—. Por ello, intentamos que nuestro trabajo fortalezca el vínculo entre la diversidad de vecinos que habitan una cuenca: humanos, otros animales, plantas, hongos, bacterias y, por supuesto, ríos.